sábado, 26 de enero de 2008

Doce cuentos peregrinos



Sin duda Gabriel García Márquez, además de un excelente novelista, es un prodigio en la producción de cuentos breves. Para los que aún no se han convencido de eso, o no conocen esta faceta del Nobel de Literatura, este libro les permitirá disipar todas las dudas.
Como dice el título, son doce cuentos, doce historias, que aunque independientes, tienen un hilo conductor que las une, como todo buen libro de relatos cortos. En esta obra, la ilación se consigue con el ambiente en el que se mueven los personajes: ciudades europeas.
El calificativo de peregrinos, explica García Márquez, que se debe a que los cuentos planteados viajaron incontables veces desde el escritorio a la papelera y viceversa. Durante largos años, las aventuras y desventuras que se plasman en este libro, fueron analizadas hasta el cansancio, transformadas con un aire perfeccionista, depuradas, modificadas y repensadas.
No es necesario explicar mucho sobre el estilo de los relatos, porque siguen la línea característica del creador de Cien años de soledad. Son esas historias que se disfrutan una y mil veces, porque son contadas con espontaneidad, con un lenguaje riquísimo y lleno de expresiones poéticas, y con la magia que define a García Márquez.
Sin pretender ningún tipo de favoritismo, porque todos los cuentos son excelentes, "La luz es como el agua" es un relato que me encanta y que, aunque es bastante breve, tiene un significado especial, y una profundidad muy bien lograda.
Agradezco enormemente que estas historias fueron rescatadas de la basura, y que su peregrinaje haya concluido, felizmente, en un libro inolvidable que vale la pena tener en la biblioteca.

miércoles, 23 de enero de 2008

Crimen y Castigo



Raskolnikov es el personaje principal de esta obra, escrita por Fiodor Dostoievsky, en la que se plantea una alegoría de la sociedad rusa del momento (1866), aunque podría fácilmente identificarse con cualquier ciudad del mundo. A través de la trama de esta novela se revela una tesis relacionada con la moral y la ética,y con una nueva visión del Bien y del Mal.
El estilo de la novela es algo pesado, porque se utiliza un lenguaje antiguo, marcado por la utilización de frases complejas y rebuscadas; y porque el autor se detiene mucho en la psicología del personaje, lo que hace que el ritmo de la lectura sea bastante lento.
Sin embargo, es interesante el planteamiento que subyace a la narración: para Raskolnikov existen hombres superiores a todos los demás, que para lograr sus propósitos pueden apelar a cualquier medio, incluyendo pasar sobre la vida de las personas. Para este individuo, personajes excepcionales como Napoleón, tenían la potestad de construir una ética bien particular, a contracorriente de la moral establecida por la sociedad, y por eso, podían darse el lujo de utilizar el destino a su antojo.
Tomando como base esos planteamientos, Raskolnikov perpetra el asesinato de una mujer usurera que, a su juicio, no merecía vivir. El problema surge cuando ocurren ciertos inconvenientas al momento de ejecutar su crimen, y debe decidir entre matar o no a una persona que no estaba involucrada en los planes iniciales.
Desde el comienzo, esta obra se pasea por los pensamientos del protagonista, antes, durante y después de cometer el crimen, y es a través de este caso, que se dibuja el perfil de una sociedad enferma y trastocada, obligada a vivir bajo los dominios de una moral impuesta.
No recomendado para personas que gustan de una lectura diáfana y amena. Ideal para los que buscan engrosar su cultura general.

Una larga fila de hombres


No es un error pensar que Francisco Massiani se respira en cada una de las páginas de este libro de cuentos. No estoy diciendo que Rodrigo Blanco Calderón se plagió alguna obra del gran autor venezolano, sino que su estilo no puede negar la influencia de las letras massianísticas. Ese hablar llano, ese decir las cosas como son, ese transmitir la idiosincrasia del venezolano, esa búsqueda de una mirada sencilla y sincera sobre lo que es el latinoamericano en general, son propios del escritor que supo llenar los espacios de la literatura venezolana.

Este autor joven venezolano, graduado de Licenciado en Letras en la UCV -lo digo orgullosamente-, relata sus historias desde personajes que dejan entrever la vorágine de sus pensamientos, muy al estilo de Piedra de mar, escrita por Massiani . Es a través de esos hombres atormentados que se trasluce la realidad de urbes caóticas y convulsionadas, que bien pueden ser la capital venezolana, o cualquier ciudad latinoamericana.

Además de ese estilo característico que ya dije que tienen sus escritos, Blanco Calderón dedica uno de los cuentos a Massiani. En este relato, denominado "La malla contraria", el personaje principal juega al fútbol, que era una de las grandes pasiones del autor de Piedra de mar.

En fin, más allá de las elucubraciones sobre Massiani y su influencia en los cuentos de Blanco Calderón, vale la pensa pasearse por estas pequeñas obras maestras, bien logradas y frescas, llenas de ese espíritu joven, y de ese esfuerzo que se revela en los que disfrutan lo que hacen.

Retrato en sepia



La protagonista de este libro, Aurora Del Valle, es una mujer encerrada en un época a la que no pertenece. Con ideas vanguardistas sobre el papel de la mujer en la sociedad, es una de esas féminas que no se deja aminalar por los embates y obstáculos que aparecen en su camino.
Es ideal para los lectores que disfrutan de las buenas descripciones, de los diálogos pertinentes, de la historia bien trabada, y de la ilación del pasado de un país con la vida cotidiana de su gente. Es una novela que sigue el estilo propio de Isabel Allende, llano pero poético, sin un lenguaje rebuscado, pero que ofrece la belleza de las palabras bien dichas.
La trama de esta obra se desenvuelve a finales del siglo XIX, y relata la historia de una mujer que trata de encontrarse a sí misma, y que, a través de un sueño recurrente, busca sus raíces y los recuerdos de su familia china.
Gracias a la pluma magistral de Allende, el lector se puede introducir en los recovecos de la mente de Aurora, y conocer su historia y la de la sociedad en la que se desenvuelve, que, a fin de cuentas, no es en blanco y negro ni a color, sino en sepia, ese tono intermedio que deja entrever con claridad la imagen pero que abre un espacio para el misterio de lo imperceptible.
Sin duda, un libro para recomendar con los ojos cerrados.