Con este libro corroboré una cosa: es mejor el Umberto Eco ensayista, que el Umberto Eco novelista. El nombre de la rosa es una novela que se adentra en los misterios de una abadía benedictina del siglo XIV. Un franciscano y su ayudante llegan a ella para descubrir lo que se esconde detrás de una serie de asesinatos extraños, que se vinculan con el saber prohibido de la biblioteca.
Aunque en apariencia este libro puede ser atractivo, el problema radica cuando empieza a perderse en unos detalles que no aportan nada a la historia principal. Además de las aventuras de los personajes de la abadía, se explica una situación que se está viviendo en la religión católica de esa época: la proliferación de movimientos heréticos, producto de interpretaciones extremistas de los preceptos de las órdenes religiosas.
Este tema puede resultar interesante, pero se le dedica demasiado espacio, y se retrasa innecesariamente el transcurrir de los acontecimientos principales. Además, al final es posible darse cuenta de que no tiene relación una cosa con la otra.
Si se quiere saber más sobre la religión de estas épocas, se puede leer el libro a sabiendas de que puede tornarse lento y un tanto aburrido. Si se llega a él pensando que la aventura será tan emocionante, que no va a haber voluntad de soltarlo ni un segundo, es mejor no abrirlo siquiera.
Valga decir que apelé a mi derecho a saltarme páginas, porque aún no estoy preparada para asumir mi derecho a no seguir leyendo. Es algo que todavía no considero digno. Hasta que llegue un libro muy, pero muy malo, que me haga cambiar la perspectiva.