domingo, 8 de marzo de 2009

Los cínicos no sirven para este oficio



Si en Ébano se hace evidente la maestría de Ryszard Kapuscinski para hacer un buen periodismo, en Los cínicos no sirven para este oficio esa consideración se vuelve teoría. Es un compendio de conferencias y entrevistas realizadas a este autor, en las que se invoca una práctica profesional signada por el humanismo, por la sensibilidad y la estética narrativa.
Acostumbrados a ver en los medios esos textos fríos, secos, que tratan infructuosamente de ser entretenidos, nos podemos olvidar de que el periodismo no tiene nada que ver con eso. Nos podemos abandonar en la certeza de que el periodismo, para ser tal, tiene que ser rígido. Sin embargo, la perspectiva de Kapuscinski es otra, y está destinada a reivindicar el viejo oficio del periodista narrador, mediador y acercador de vidas aparentemente opuestas -las de los que forman el objeto del cuento, y las de los que lo leen-.
Una de las conferencias que se presentan en este libro, y que resulta mucho más que enriquecedora, es la que realiza este autor con John Berger, conocido escritor británico. Ambos sostienen una conversación fructífera sobre el papel de la observación en la confección de textos narrativos. No basta con leer libros, con enterarse a través de los medios de comunicación. Es preciso estar ahí, ver, oler, sentir. "Las fuentes son variadas. En la práctica hay de tres tipos. La principal son los otros, la gente. La segunda son los documentos, los libros, los artículos sobre el tema. La tercera fuente es el mundo que nos rodea, en el que estamos inmersos. Colores, temperaturas, atmósferas, climas, todo eso que llamamos imponderabilia, que es difícil de definir y que sin embargo es una parte esencial de la escritura", dice Kapuscinski en una de sus disertaciones.
Eso es el verdadero periodismo, el que no teme a ser imperfecto, porque está hecho por humanos imperfectos. El que no busca la verdad simplemente en la estadística, o en declaraciones de los representantes del poder. El que tiene como protagonista al ciudadano común, a la gente que define la cultura de un lugar. El que busca sus insumos también en la naturaleza, en los sentidos.

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