miércoles, 23 de enero de 2008

Crimen y Castigo



Raskolnikov es el personaje principal de esta obra, escrita por Fiodor Dostoievsky, en la que se plantea una alegoría de la sociedad rusa del momento (1866), aunque podría fácilmente identificarse con cualquier ciudad del mundo. A través de la trama de esta novela se revela una tesis relacionada con la moral y la ética,y con una nueva visión del Bien y del Mal.
El estilo de la novela es algo pesado, porque se utiliza un lenguaje antiguo, marcado por la utilización de frases complejas y rebuscadas; y porque el autor se detiene mucho en la psicología del personaje, lo que hace que el ritmo de la lectura sea bastante lento.
Sin embargo, es interesante el planteamiento que subyace a la narración: para Raskolnikov existen hombres superiores a todos los demás, que para lograr sus propósitos pueden apelar a cualquier medio, incluyendo pasar sobre la vida de las personas. Para este individuo, personajes excepcionales como Napoleón, tenían la potestad de construir una ética bien particular, a contracorriente de la moral establecida por la sociedad, y por eso, podían darse el lujo de utilizar el destino a su antojo.
Tomando como base esos planteamientos, Raskolnikov perpetra el asesinato de una mujer usurera que, a su juicio, no merecía vivir. El problema surge cuando ocurren ciertos inconvenientas al momento de ejecutar su crimen, y debe decidir entre matar o no a una persona que no estaba involucrada en los planes iniciales.
Desde el comienzo, esta obra se pasea por los pensamientos del protagonista, antes, durante y después de cometer el crimen, y es a través de este caso, que se dibuja el perfil de una sociedad enferma y trastocada, obligada a vivir bajo los dominios de una moral impuesta.
No recomendado para personas que gustan de una lectura diáfana y amena. Ideal para los que buscan engrosar su cultura general.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me atrajo su titulo y el renombre de su autor pero honestamente la historia es lentiiiisima y se pierde en detalles innecesarios. Aunque reconozco que es un clásico lo terminé a juro porque no acostumbro a dejar una lectura una vez que he empezado.