domingo, 11 de enero de 2009

Ébano


Con este libro se puede viajar a África. Al menos con la mente, es posible adentrarse en el mundo tan maravilloso y diverso de este continente. Ryszard Kapuscinski fue un periodista polaco. Uno verdadero. De los pocos verdaderos que han existido. Corrió el riesgo de viajar a varios países de África, para narrar desde adentro diferentes capítulos de su historia, y también episodios de pequeños momentos cotidianos de su gente. Tuvo el valor de enfrentarse a muchos peligros, a enfermedades, a guerras, a todas las cosas que sus homólogos temían. Y, además, tuvo la capacidad para escribir sus vivencias de forma hermosa, sin perder de vista su labor periodística y el sentido de la observación.
Lejos de las convenciones, este autor conoció el continente profundamente, a través de su trato con varias personas del lugar. No tuvo miedo de establecer relaciones estrechas con cualquiera que se encontraba a su paso, porque, para él, la verdad no estaba en la distancia, sino en la cercanía de contactos signados por la humanidad.
Siguiendo esa línea, Kapuscinski escribió los grandes momentos de la historia africana, contextualizados en esa diversidad cultural y en esas formas de comprender el mundo propias de los oriundos de este territorio caliente. De esta manera, se hizo evidente que era imposible comprender los procesos históricos y políticos de estos países, desde una óptica europea, occidental, cerrada y tapada con el velo de las preconcepciones. Por el contrario, se hizo imperante adentrarse en esas formas diferentes de entender la vida, se hizo necesario vivir como un africano más, para hablar con propiedad de estas cuestiones.
Asimismo, esa historia de los grandes procesos -las colonizaciones, la comercialización de esclavos, la independencia, las revoluciones, las dictaduras-, no era la única que importaba. A Kapuscinski también le interesó dar a conocer la vida diaria de la gente, de esas personas que van descalzas con tobos de agua sobre sus cabezas, de esos niños que quieren aprender a escribir pero no tienen un lápiz, de de esas mujeres que venden en los mercados, de esos hombres que luchan con el ejército para poder comer al menos una vez al día.
Igualmente, la idea de este libro no es solamente sensibilizar a los que vivimos de este lado del mundo, sino dar a conocer las tradiciones de esta cultura, las maneras de pensar de sus habitantes, las formas en las que transmiten su historia. Esas cosas que hacen de África lo que es, y que revelan que son pobres materiales, pero ricos en valores, en significado.

1 comentario:

Cecilia Gómez Miliani dijo...

Siguiendo tu intuición leí este libro y me pareció extraordinario...Gracias por recomendarlo y por comentarlo