domingo, 25 de enero de 2009

Educarse para la tolerancia



Hace unos días, en un acto de graduación en la Universidad Central de Venezuela, el decano de la Facultad de Humanidades dio un discurso maravilloso. Habló de la cultura de la paz, e hizo énfasis en la importancia de la educación para fomentar la tolerancia y el respeto hacia los demás.
Pensando en esto, me di cuenta de que hay sólo una forma de aceptar las culturas, los pensamientos y los valores diferentes a los propios: conociéndolos. Y creo que existen dos maneras de hacerlo: estar en el lugar -acercarse personalmente a otras culturas o maneras de pensar y relacionarse con otras personas-, o leer libros, abrir la mente desde la distancia.
Si bien la opción más efectiva es la primera, cuando se hace imposible por múltiples razones, se puede utilizar la segunda. Leer un buen libro, adentrarse en un mundo desconocido por la experiencia personal, ayuda a expandir el intelecto, ayuda a aceptar lo diferente. Por ejemplo, cuando leí Ébano, aunque yo nunca he estado en África, pude comprender esa cultura, pude alejar todas las preconcepciones y entender una manera distinta de vivir.
Estos aprendizajes no solamente se consiguen con un libro en físico. En esta era de la tecnología, las oportunidades que ofrece Internet son muy amplias, y contribuyen indudablemente en este sentido. Por eso, me parece inaudito que en pleno siglo XXI, en pleno auge tecnológico, todavía existan personas intolerantes, que no sólo se quedan con lo intangible de un pensamiento o de una idea, sino que traspasan estas barreras para llegar a la agresión material. Guerras, violencias, muertes, son absolutamente injustificadas, cuando en este mundo ya se han superado todos los escollos de la desinformación, y cuando existen todas las herramientas para entender culturas y valores diferentes.
Entonces, aprendamos a aceptar, sea viviéndolo o sea leyéndolo. No hay que permitir que la violencia se imponga.

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